miércoles, febrero 22, 2006

Bien y bonito: como debe de ser.


Probablemente los dos mejores equipos del mundo mano a mano en un barrizal made in Mourinho ( el hecho de que un equipo prepare el campo para que se convierta en un auténtico patatal porque le conviene, a mi, me dice muy poco de sus argumentos futbolísticos; otros dirán que es estrategia. Pues vale, pues muy bien, pues que quieres que te diga). Stamford Bridge, un campo talismán para los ingleses: apenas habían perdido un partido en él en los últimos 49 encuentros disputados. Mucho respeto.

Pero el Barça, jugando como sabe, queriendo la pelota, tratándola con cariño, abriendo el campo, tocándola con criterio y presionando al rival en defensa hoy le ha dado toda una lección de cómo se debe jugar al fútbol: bien y bonito. Y eso si, una cosa es verdad, el Chelsea juega bien, muy bien, a lo suyo. Ahora, que juegue bonito ya es otra cosa. Y a mi me gusta disfrutar con lo que veo, que a mi no me va la vida en esto y no me pagan un puto duro por ser aficionado de un equipo de fútbol.

Supongo que mañana el principal argumento que pondran los aficionados del Chelsea (que por cierto aquí en Portugal son legión por motivos obvios) como excusa de la derrota es que jugaron con 10 buena parte del encuentro. Y es verdad. Y también es verdad que jugaron con uno menos por méritos propios. Porque si el árbitro se excedió expulsando a Del Horno por el empujón a Messi también es verdad que le perdonó la tarjeta roja minutos antes por la entrada que le hizo al mismo jugador en medio campo, clavándole los tacos en la rodilla desentendiéndose completamente de la pelota. El árbitro se equivocó las 2 veces. Y Del Horno se fue por justicia a la puta calle. Defendamos siempre al artista que sabe y quiere jugar al fútbol por encima del mediocre que sólo piensa en destruir.

Todos los que vieron el partido deberían reconocer que uno de los dos equipos fue claramente superior al otro. Y ese fue mi Barça. La eliminatoria no esta resuelta, pero casi. Espero que la filosofía Rijkaard este año se imponga a la filosofía Mourinho. Por el bien del fútbol.

5 Comments:

At 8:37 p. m., Blogger Sr Blas said...

Todo verdad. No doy la eliminatoria por pasada ni mucho menos. Si hay un equipo capaz de ganarnos en el Camp Nou ese es sin duda el Chelsea. En cuanto a Ronaldinho, sin duda es el mejor jugador del momento. Y Messi el futuro mejor jugador del mundo.

 
At 9:14 p. m., Blogger Sr Blas said...

Que me repugne Mourinho como personaje y que su filosofía de fútbol no me enamore, ni mucho menos, no quiere decir que no me parezca un gran entrenador. Creo que en su estilo es el mejor del mundo. No por es casualidad ni por suerte que en la liga inglesa esté absolutamente intratable. Lo que me parece una pena y jamás podré compartir es que, estando en uno de los equipos más ricos del mundo, con un presidente chalao que se gasta los cuartos a manos llenas, haya construído un equipo más preocupado en destruir que en crear. Hay gente a la que le apasiona este tipo de fútbol y es muy respetable. A mi no me dice absolutamente nada.
Está claro que un aficionado lo que quiere es que su equipo gane, y que pocos se acuerdan pasados 5-6 años si tal equipo ganó el campeonato jugando bien o mal; se acuerdan sólo de que quedaron campeones. Pero si tienes la suerte de ver una liga en la que tu equipo del alma gana jugando bonito y teniendo la pelota en todos los partidos un 65-70% del tiempo, mucho mejor. O no?

 
At 11:25 p. m., Blogger William said...

Não deixo porém de lembrar um jogo que me ficou na retina: Deportivo-Porto. Fui para ele sem preferências, como sabes. E o Porto estava em mini-crise concretizadora. Ganhou com um penalti sobre o Deco, mas o domínio tecnico-táctico foi avassalador. Nesse Porto o Del Horno estaria no banco.

 
At 7:23 p. m., Blogger Sr Blas said...

Recuerdo que ese partido del que hablas lo vieron mis amigos deportivistas en compañia de una amiga portuguesa (Ligia, mi profesora de portugues) que es portista a muerte, y al parecer cuando marco el gol el Porto montó tal escándalo que poco le faltó para salir volando por la ventana.

 
At 7:37 p. m., Blogger Sr Blas said...

Escrito en El País por Santiago Segurola, jefe de deportes de este periódico (muy madridista por cierto).

"El fútbol está contenido en el cuerpo de un pequeño jugador, un chico de 18 años que podría pasar desapercibido en cualquier calle. Es la magia de este juego maravilloso, abierto a la excelencia de un Nijinski de 1,90, como Van Basten, o la magia de un imberbe, de aspecto adolescente, apenas 1,68 de estatura, pero un gigante en toda regla. Se llama Leo Messi y hay todo el derecho a pensar que estamos ante un jugador excepcional, la aparición más fulgurante de los últimos años, figura indiscutible a una edad que sólo se permite a los privilegiados. A esa edad, sólo genios del calibre de Pelé o Maradona dominaban los partidos de la manera en que Messi lo hizo en Londres. No merece la pena entrar en comparaciones. De eso se encargará el futuro, con toda la carga de incertidumbres que eso significa en el fútbol. El presente ya está escrito. De Stamford Brige emergió una gran estrella.

La actuación de Messi hay que medirla en todos los órdenes. Es en partidos acomo el de ayer donde se observa al jugador en las condiciones más extremas de dificultad. Todo lo que se podía exigir a Messi, o a cualquiera de los astros que se asomaron al encuentro, se condensó en Stamford Bridge: dos excelentes equipos, la más exigente de las eliminatorias, la atención mundial, un campo infame que multiplicó las complicaciones a los jugadores, la tensión siempre, la violencia en muchas ocasiones. Un partido para futbolistas trascendentes no sólo por la técnica, el oportunismo o el carácter competitivo. Un partido, en definitiva, para proclamarse rey del fútbol. A eso se dedicó Messi durante todo la noche.

Las condiciones del encuentro le podían animar a la deserción. Del Horno le golpeó de tal manera durante la primera media hora que a nadie hubiera extrañado el repliegue de Messi. Podría haber buscado refugio en su juventud, o en la jerarquía del Barça, donde todavía no tiene los galones de Ronaldinho o Eto'o. Podría haber cuidado sus piernas, machacadas por las patadas de los defensas del Chelsea. Un gran jugador cualquiera tenía las excusas necesarias para dejar cuatro detalles y pasar con buena nota. Pero lo que hizo Messi fue inolvidable. En una demostración pocas veces vista de habilidad, inteligencia y coraje, destrozó al Chelsea ante el estupor de la hinchada inglesa, que reaccionó como suele suceder cuando un futbolista produce pánico. Por debajo de los abucheos que le dedicaron en cada jugada, se manifestó el pavor de los aficionados ingleses ante la arrolladora demostración de Messi.

No es posible dominar un partido de este calibre con 18 años. El fútbol tiene muy pocos precedentes, y los que se recuerdan están referidos a genios. Pelé, en la final del Mundial de 1958; Maradona, en el Mundial juvenil de 1979 y en las noches gloriosas de Boca; quizá Cruyff en la célebre eliminatoria de desempate frente al Benfica -año 1969- o George Best en Lisboa, también ante el equipo portugués, tres años antes. Y en los dos últimos casos se trataba de jugadores de 20 años, con una acreditada experiencia en la competición internacional. La hazaña de Messi es la un muchacho que debutó como titular en la Liga en noviembre. No fue una aparición cualquiera. Irrumpió en el Bernabéu y fue decisivo en la sonada victoria del Barça frente al Madrid.

La diferencia con aquel encuentro es que, en Londres, Messi estuvo a una distancia sideral de los demás. Fue el mejor y el más valeroso en el partido más difícil posible. En cada jugada mezcló la habilidad para superar a los defensas con un coraje casi insensato, con otra particularidad: nunca se quejó de la intolerable violencia que padeció. Ese carácter inalterable es otra característica singular de Messi, una cualidad impagable por lo que supone de deportividad y respeto al juego. Ahora le toca al fútbol respetarle a él. Un jugador como Messi es el tesoro más valioso que puede encontrarse. No puede quedar sometido al imperio de la violencia. El fútbol se encuentra ante una obligación imperativa: proteger a Messi, proteger a un genio."

 

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