domingo, marzo 12, 2006

Algunos amores sí son para siempre


Haciendo zapping tirado en el sofá de mi casa encuentro en TCM la película dirigida por Vincent Minelli "Los cuatro jinetes de la apocalipsis" protagonizada por Glenn Ford. Estaba muy empezada, mierda, porque es de esas películas que no ví y le tengo ganas. Y mis pensamientos vuelan y me llevan hasta aquel pasaje del libro escrito por Diego Galán, el que fuera director del Festival de Cine de San Sebastián, "Jack Lemmon nunca cenó aquí". Y me llevan directamente a lo que cuenta de la visita en 1987 del gran Glenn para recibir el Premio Donosti a su carrera en el mundo del cine.

Todos los días el actor pedía un gran ramo de rosas a recpeción. Nadie sabía para quien eran aquellas flores ya que había acudido solo a San Sebastian y no se le había visto acompañado por ninguna mujer. Aquello se convirtió en uno de los misterios de aquel certamen. Más tarde descubrirían que no era exactamente cierto eso de que había ido sin compañía: llevaba con él un enorme retrato del que había sido el gran amor de su vida, Rita Hayworth, y todas las mañanas colocaba las flores frescas frente a él.

Ese año, como colofón al homenaje del actor, proyectaron la película "Gilda" y cuenta Diego Galán en su libro que Glenn Ford no dejó de llorar ni un minuto.