lunes, agosto 29, 2005

Cap 0. Qué grande es Europa (y qué bien nos entendemos por señas)


Me río
de aquel
Castigo
en Babel

"Eche un par de leños más a la chimenea, avive su pipa y siéntese ahí que le voy a contar una historia en capítulos llena de gente rara, paisajes extraños y sabores a pizza picante y a kebap de microondas. ¿Usted sabe lo que es Europa? No me ha entendido bien. Europa como continente de toda la vida. No lo de la constitución, el parlamento o los fondos de cohesión. Europa como ese viejo continente, que le llaman, como tierra que se divide todavía por fronteras curvas y complicadas y no por líneas rectas que coinciden con paralelos y meridianos. El continente ése por el que le pregunto dónde queda Moldavia y me la sitúan con un error de 2000 kilómetros al sur y 3000 al este. El trozo de tierra donde se cambia de idioma en metros. El sindios de las repúblicas, las monarquías parlamentarias y los regímenes de dudosa clasificación. Pues a ese continente usted y yo pertenecemos por igual, y un tipo de Dubrovnik, otro de Chisinau y uno de Nápoles. Uno que se le hace de noche a las 8 de la tarde en pleno julio y otro que no ve la luz del sol en tres meses. El que acaba de pegar tiros para defender su casa de unos paramilitares serbios y el que vive preocupado porque no le baja bien el emule. El que va a la playa con fardahuevos y el que le llama speedo. Porque Europa es tan grande o más que su continente favorito, y tan distinto de lado a lado que usted se pone en una punta y va hacia el otro lado, y le va a ser más fácil encontrarse como en casa cruzando el charco que en su propia orilla. Y por los monumentos aún pase, porque visto un coliseo romano vistos todos, pero por las gentes... qué decir de las gentes. Pues esta Europa, pese a lo grande que es y a lo 13 Rue del Percebe que parece, se puede recorrer de punta a punta casi sin sacar el pasaporte del bolsillo y sin que te tangue unos duros ningún cambista. Otra cosa ya es la policía de tráfico y sus multas, que se rigen por un código especial que, en mi humilde opinión, es predemocrático y preeuropeo. O africano, como ustedes prefieran.

Me dice Blas que le cuente aquí de un viaje hecho hace nada con cámara al hombro y carretera, mucha carretera, y eso el mismo día que llegas se te apelotonan las historias y no das contado, pero cuando pasaron un par de días y ya te sientas en la oficina, te parece que lo que pasó es que lo viste en el Canal Viajar o en algún programa de Popular Tv, que tú no podías estar allí. Pero esta vez está todo grabado y va a ser un documental a medio camino entre los mockumentales y las películas de Indiana Jones. Y antes de que se haga público, hago memoria y les cuento unas cuantas historias que no sé si se verán en el resultado final, o si quedarán muy humanas, o poco humanas, o casi animales. Así que échese hacia atrás y mézase un poquito para seguir una vivencia vital que empieza con ambición y acaba como las historias de la Biblia, llenas de personajes increíbles pero a todas luces reales y en ningún caso fruto de la imaginación de unos iluminados."

Por El Gran Mimón.